Se trata de un dispositivo biocompatible que se inserta mediante cirugía en los huesos maxilares y que sustituye la raíz de un diente ausente. Pueden ser roscados o a presión. Sobre él se atornilla o cementa la restauración visible que devolverá tanto la estética como la funcionalidad perdidas. Los implantes pueden ser de titanio o de materiales cerámicos, aunque los más empleados son los primeros debido a sus características y propiedades.
Existen multitud de tipos de implantes dentales, pero para clasificarlos podemos diferenciar dos tipos según su localización en relación al hueso maxilar:
Endoóseos: se insertan en el hueso alveolar.
Subperiósticos o yuxtaóseos: se posicionan sobre la cresta alveolar (entre periostio y hueso alveolar).
Transóseos: Es una estructura en forma de “u” que atraviesa completamente el hueso.
El éxito de un implante depende de su correcta osteointegración y de unos cuidados posteriores óptimos (buenos hábitos de higiene, alimentación, antitabaquismo, etc.)
Es la práctica quirúrgica y odontológica que se encarga de reponer y restaurar los dientes ausentes en un paciente mediante la colocación de dispositivos biocompatibles (implantes dentales) dentro de los maxilares.
Es el procedimiento que trata de captar la anatomía dental u oral de un paciente con el fin de positivarlo para realizar cualquier tipo de tratamiento que requiere la obtención de las medidas exactas del paciente.
Se realiza con materiales especiales, sea alginato o siliconas que se depositan dentro de una cubeta y que calcan la superficie dental endureciendo al contacto con el calor y la presión intraoral.
Es el índice que nos permite medir numéricamente los niveles de placa bacteriana en la boca del paciente, para instaurar hábitos de higiene. El índice más utilizado es el de O`Leary, y se calcula enumerando la presencia de placa en las 4 superficies de cada diente, dividiéndolas por el número total de caras presentes en la boca y multiplicando por 100 para obtener un porcentaje.
Se trata de una intervención quirúrgica que tiene como fin reponer el hueso que falta para sustituir y reparar una estructura ósea dañada, débil o insuficiente. En implantología es un procedimiento habitual, y el injerto óseo suele ser de hueso natural de vaca, de carbonato de calcio sintético o bien de hueso del propio paciente, realizando un autoinjerto, siendo esta última la opción que mejores resultados ofrece.
Se denomina así al espacio existente entre dos dientes.
El término intraoral se refiere a lo concerniente al interior de la cavidad oral.
Es un sistema ortodóntico que permite la recolocación dental mediante férulas hechas a medida, transparentes y altamente estéticas que pueden ser removidas por el propio paciente para comer y realizar su higiene.
Es el nombre comercial de un cemento temporal de larga duración (hasta dos años) y de fraguado rápido. Está elaborado a base de óxido de zinc y eugenol. Reduce la sensibilidad postoperatoria y es de fácil manipulación.
Es un aparato eléctrico que posee un depósito de agua y permite la irrigación de un chorro líquido constante que se aplica entre diente y diente para la limpieza de los espacios interproximales. No sustituye al cepillado, pero es su complemento perfecto.
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